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Diario en el desierto por Geni Rico se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.

martes, 31 de enero de 2012

que demasiao...

Fue en una ciudad con mar, una noche, aunque no había ningún concierto. Ella reinaba en el bar de siempre, y solo se le ocurre preguntarme si le saco una foto. Y, de repente, me caigo en un agujero negro de poesía Bukowskiana y de un tropiezo me encuentro escribiendo gilipolleces en un folio en blanco. ¿Por qué? Por sabinera.
Ya puedes ser morfinómano en China, desertor en la guerra o pianista en un burdel, que no vas a conocer a otra mujer que camine con tanto estilo por el bulevar de los sueños rotos como lo hace ella. Y ni se te ocurra decir que su boca es tuya porque ya le han contando las cien mentiras que necesitaba para dejar de ser una princesa a la que le ladran los perros. Por su parte, quinientas noches son pocas para salir con Satán y echarle huevos a la vida. Los diecinueve días que faltan me los quedo yo para hincharme a whisky sin soda y beber hasta perder el control para dejar de pensar en ella.
A ver si le gusta esta baladita, le robo una sonrisa, y si tal le escribo un blues. ¿Qué no le gusta? Será que no es la canción más hermosa del mundo y me sobrarán motivos para liarme a pedradas con alguna sucursal del Hispano Americano. Así que, aunque me sienta como un pato en el Manzanares te escribo ahora que es Febrero, no vaya a ser que te roben los abriles y te quedes sin escuchar las tonterías que este canalla tiene pa cantarte a lo Sabina al oído.

domingo, 29 de enero de 2012

Clara

Cuando Dios la hizo, vació el Mediterráneo para pintarle los ojos. Mírala durante un segundo si puedes y procura agarrarte a algo, porque sus ganas de volar son tan fuertes que posiblemente acabes en su nube azul, junto a ella, mirando un mundo del que siente que quiere escapar. ¿Alguna vez has visto a un ángel? No soy muy creyente, pero si yo fuese Dios la habría utilizado como lienzo, modelo, pincel y cincel. Así que supongo que se le dan un aire. Tampoco quiero exagerar, pero imagínate si transmite fuerza que hasta hablando sobre ella te vas por las ramas, hacia arriba hasta las copas de los árboles para buscarla, ahí arriba, en su nube azul.
Vista de cerca es la modelo perfecta para motivar a un fotógrafo inepto, porque por muy mala que sea la cámara, sabes que ella siempre va a salir radiante, bravía, libre, como la mar de sus ojos. Y vista de lejos… No lo sé, porque una vez que la veas de cerca no podrás recordarla de otra manera. ¿Sabes? Fue la primera en subirse a mi coche. Y yendo por la autopista casi íbamos a despegar, no por la velocidad, si no por la belleza de su sonrisa. Creo que el viento le tiene envidia, porque se empeñaba en taparle la cara con el pelo. Y ella, claro, quitándoselo con la mano. Un poco ilusa por no darse cuenta que no hay elemento, tierra, aire, agua o fuego, que pueda hacerle sombra. Ni siquiera la mar, ya te dije que Dios se la pintó en los ojos.