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Diario en el desierto por Geni Rico se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.

domingo, 6 de mayo de 2012

Que le den por culo al viento


Las palabras que se escapan de la sauna de mi almohada,
Acarician lujuriosas el bajo vientre de tu alma
Y se lanzan como balas a estrellarse en tu mirada
Porque el cielo de tu boca es lo que falta por besar.

Bájale las bragas a mi mente y hazme un niño
y a los ojos de la vida, rojos humo hazles un guiño
cuando agache mi cabeza en el camino de la felicidad
y aprietale los huevos a San Pedro si es que dejas de gozar.

Las paredes de mi cuarto son de sangre carmesí
De las hostias de mis manos pa poder llorar por ti
Ni una perla de reptil, de dolor de bisturí
de joder a los vecinos evitándoles dormir.

Y en tu mano la correa de este perro viejo verde
Raro como las estrellas que se escapan de ti al verte
Que le den por culo al viento
Puta envidia de tus ojos, puta envidia al no tenerte.
Que le den por culo al viento, esta noche…
A mi me toca olerte.

Una mierda de la calle le hizo gracia a una amapola
Y a las horas de la siesta en la playa con las olas
A los ojos del Lorenzo en el lienzo de tu espalda pinto el mar
Mi saliva es una tinta de colores invisible a los demás.

A tu lao soy un cachorro, un zorro hambriento y tu las uvas
Dame un mordisco de la fruta de tus labios, cuerpo y vulva
A los pies de nuestra cama quitarnos la ropa y la piel,
Duerme, que yo te cuido de la sombra hasta el amanecer.

Y es que el sexo aquí es un verso que se escribe en edredones
Y la cama es pentagrama pa escribirte estas canciones
Que es la mano de una xana la que escribe estos renglones
Pinta estrofas de mañanas ojerosas de ilusiones

Y en tu mano la correa de este perro viejo verde
Raro como las estrellas que se escapan de ti al verte
Que le den por culo al viento
Puta envidia de tus ojos, puta envidia al no tenerte.
Que le den por culo al viento, esta noche…
A mi me toca olerte.

sábado, 5 de mayo de 2012

A dónde da tu ventana?

Asómate y mira al cielo
al techo inalcanzable de tu mundo
y busca, dentro, todo lo que te hace eterno.

Asómate y mira el suelo
a tus miedos más oscuros
y observa, lento, todo lo que te hace humano.

Miro dentro y encuentro Madrid,
hecha un ovillo en una esquina, apuñalándome
con sus enlagrimados ojos marrones.

Miro al cielo y veo Madrid,
con alas de viento y lluvia, mirándome
con la sonrisa más grande del mundo.