Copyleft Creative Commons

Licencia Creative Commons
Diario en el desierto por Geni Rico se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.

martes, 31 de agosto de 2010

Pecado

Te quiero con avaricia,
porque quiero ser el dueño de tus sonrisas.

Te quiero con gula,
porque no hay mayor placer que devorarte con los ojos.

Te quiero con pereza,
por cada mañana que no me muevo para no despertarte.

Te quiero con envidia,
por tu saliva, que pasa más tiempo que yo en contacto con tu boca.

Te quiero con soberbia,
por creerme cielo, y tú creerte Luna.

Te quiero con ira,
porque quiero destripar a los kilómetros que me alejan de tu cuello.

Te quiero con lujuria…
y que me lleve el Demonio si no me sobran los motivos.

domingo, 29 de agosto de 2010

tu-yo

Y entonces un día, todo acaba, y la esquina donde tu cabeza
esconde la locura se vuelve loca, y te grita.
Te dice que eres gilipollas, y tu conciencia
le dice “ya lo se, joder, ya lo se”.

Y ves como cuarenta y dos gramos se quedan en la mitad,
aunque te da la sensación que se quedan en nada,
porque sientes que tu alma también se va con ella.

Porque no hay nada más peligroso que una cabeza rota,
un corazón que llora y un alma huérfana de hermana.
Y entonces un día, todo acaba.
Y tienes tal cristo en la cabeza que no sabes
si tu cabeza llora,
si tu corazón se queda huérfano
o si tu alma se rompe en pedazos de corchopan y cerveza.

Y todo el mundo sabe ayudarte,
pero en realidad nadie tiene ni puta idea
porque no saben lo que es tener el alma llorando a moco tendido
ni saben todo lo que aturulla tu cabeza,
y te dicen que salgas, que te diviertas,
que hay más peces en el mar,
porque de todo lo que había en el gallinero,
mataste la gallina de los huevos de oro (manda cojones con la puntería).

Y empiezan a lloverte los “porqués”, y todo el mundo te pregunta,
y tu no sabes que responder porque ni siquiera tú sabes poner orden
en esa esquina de tu cabeza donde se guarda la locura.

Y el camino de la autodestrucción es el que parece más corto,
aunque no tienes ni puta idea de a donde quieres llegar,
que hostias, no tienes ni puta idea de nada, porque todo esto es nuevo para ti.

Y como no estas lo suficientemente jodido con todo lo que ha pasado
te pones a recordar los buenos momentos, a ver si se te olvidan,
y te acaba gustando hasta su forma de lavarse los dientes.

Recuerdas todo, cada minuto, cada segundo de cada secuestro express en tu cama,
recuerdas cada palabra, grito, gemido, lamento y gorgoteo de su garganta,
recuerdas cada caricia, cada bofetón y cada arañazo, y miras tus cicatrices y la sientes contigo en un alarde de sadomasoquismo fetichista.

Recuerdas una y otra vez cada milímetro de su cuerpo porque puedes pintar un mapa de sus lunares de memoria, y parece que para su pelo hay que inventar un color nuevo, porque ningun moreno, ningún castaño, ni ningún rojo brilla con tanta fuerza ni huele tan bien, aunque haya mil personas con ese tinte.

Y cierras los ojos, y ves sus ojos. Y eso sí que te mata,
porque te va directo al alma, y te tiembla el pulso, y se anuda el cerebro,
y te conviertes un zombie sin sentimientos porque todos los que tenías
te los ha robado su ojo izquierdo, ese, el del orzuelo que tanto te gusta.

Y recuerdas su boca, y te arde cada beso que te dio,
hostia puta, te arde la piel entera.
Y reconoces los cinco sabores en ellos,
y algún sabor más que todavía no está inventado.

Y te imaginas su sonrisa mientras leía las poesías que le escribiste,
las tonterías que le soltaste, y sus carcajadas cuando jugabais a sabe dios cuantos juegos inventados en el momento, porque quererse es precioso.

Pero lo más jodido es cuando recuerdas la piel más suave que hayas acariciado nunca…
Y te das cuenta que ese calor no va a volver a volver a latir junto al tuyo nunca más.

Y la locura otra vez se pone a gritarte,
y la cabeza se te desarma por dentro,
y el corazón llora, ya no sabes si de pena o de rabia,
Y cuando te fijas en tu alma
te das cuenta que lleva muerta dos meses y medio.