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Diario en el desierto por Geni Rico se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.

martes, 29 de abril de 2014

A mil kilómetros

Entre tabaco, betadine y un cenicero
que no funciona intento construir algo,
mi mundo o mi energía, aún no lo tengo claro.
Hasta aquí llegué gracias a un móvil
que si se apaga me deja solo como el cántaro
que va a la fuente sin dueño
(que siempre fui muy de utopías).
Y con luz blanca comienzo a pintar mis sueños
de negro,
rojo y caricias;
de noches que no tenían dueño
y que ahora suenan como campanas en la letanía.
Ya no me quedan cicatrices que me enseñen el color de Huelva,
y sabes que tengo poca memoria últimamente.
Pero aunque las noticias del frente
sean tan desastrosas como de costumbre,
espero que nos acomapañe la suerte
y poder sumergirme, otra vez,
en esa mirada que tanto me coloca.
Tu sabor se apaga en mi boca
y me muerdo el labio para recordarte.
Tus ojos no respiran en la misma almohada que la mía,
tu piel no me acaricia ni se ríe de la luz de tu ventana...
Pero se quedó mi sangre en Cádiz
y quizá quiso el destino que me cayese sobre tus huellas,
porque en mis venas ardes, y en mi cerebro brillas.
Y esas horas eternas entre sábanas se quedarán en Huelva
con una camiseta que no huele,
un colchón que ya no suena
y un corazón que no arranca
porque le duele si no estás cerca.

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